Hace 50 años, caminar por lo que hoy llamamos SoHo, era una experiencia muy diferente. Las fábricas que tan productivas fueron desde el siglo XIX, se habían ido a contaminar otros barrios de la periferia neoyorquina, para los 70′ del siglo XX. Los cascarones vacíos hechos de hierro, invitaban a personas sin techo, a tener cobijo durante las recias lluvias, en retorcidos y fríos espacios industriales.

Los barrios nombrados con acrónimos

SoHo, el sur de la calle Houston, el nombre es un acrónimo, un acortamiento de palabras puesto en un informe de planeamiento de la ciudad de 1963 por Chester Rampkin. El barrio también fue cortado, como su nombre. Fue el primer nombramiento para lavar la cara del barrio, de muchos. Se sucedieron muchos más: NoLiTa (North of Little Italy – Norte de Little Italy), NoHo (North of Houston – Norte de la calle Houston), DUMBO (Down under Manhattan Bridge Overpass – Bajo del Puente manhattan), etc. Hubo otros que quisieron ser renombrados pero gracias a la oposición de sus habitantes y las asociaciones vecinales, lograron no ser barrios nombrados con acrónimos. Es el caso de SoHa (South of Harlem – sur de Harlem).

Escaparate con máquinas de coser, Wikicommons.

¿Qué fue SoHo?

En los tiempos en los que habitaba la etnia Lenape, el barrio era un predio de bosques y lagos. Con las colonias de holandeses e ingleses, pasaron a ser tierras comunales para personas con escasos recursos. Tierras en las que convivía la gente más desfavorecida de la colonia, la diversidad de población ya empezaba a mostrarse en las clases más pobres de la ciudad. Para el siglo XIX, la inauguración del Erie Canal en el norte que conectaba fluvialmente el interior del país con un único puerto: Nueva York, modificó los barrios de la mitad sur de Manhattan. Las fabricas, que antes se encontraban en el lado este, se mudaron para el lado oeste. De esta forma, se encontraban más cerca del río por el que pasaban todas las mercancías hacía el puerto. Comenzaron a construir mega estructuras de hierro que se convertirían en el complejo industrial. La polución, contaminación, ruido y trabajadores y trabajadoras haciendo jornadas en malas condiciones, hizo desaparecer la memoria de aquellas tierras verdes y comunales.

«Have a beautiful day» Wikicommons.

Manifestación de la contracultura en zonas industriales

En los años 70′, los cascarones fueron ocupados por artistas y músicos. Un Lou Reed joven, recorría sus calles amplias de adoquines, con fachadas grafiteadas y carteles uno encima de otro. Muchas personas dormían en la calle, algunos eran veteranos de la guerra de Vietnam, olvidados por el sistema después de servirle. Los espacios destartalados en el interior de los edificios Cast Iron, fueron convertidos en ateliers, espacio diáfanos para crear y para otras personas, un lugar para dormir. La juventud artística de la contracultura neoyorquina, convivía con las personas más excluidas en un equilibrio sólo posible de entender en Nueva York.

La canción de Lou Reed «Walk on the wild side», es un paseo musical que retrata esa convivencia en ese tiempo. Raro es, encontrar una convivencia así en la actualidad. En mis paseos por SoHo, intento pensar en ese barrio como tierras comunales o como el barrio underground de los 70′. Se hace difícil, hoy lo que se ve es un parque temático del glamour y donde lo más importante es, sí tienes dinero en tus bolsillos o no. Ya nadie conoce que están sobre lo que fueron tierras para compartir, en las que se podía residir libremente sin tener que pagar arriba de 5.000 dólares de alquiler por mes. Mientras paseo por las calles, todavía adoquinadas, encuentro alguna pequeña expresión de arte urbano, realizada por algún neoyorquino excéntrico con más privilegios que yo y haciendo referencia a esos privilegios que ni yo ni otras inmigrantes podremos conseguir en nuestra vida. No existe convivencia con esa nueva juventud de artistas, y esos artistas tampoco tienen conexión con las galerías de arte de SoHo. En el proceso de gentrificación, también se perdió la conexión social entre personas de distintas clases, posiciones y actividades.

Egg Shop y graffiti, foto de Adrià Brossa.

La cultura envasada del capital

Hace un par de semanas, fueron las elecciones 2020 en Estados Unidos. Fui a guiar un paseo por lo que fue el lado salvaje, ahora convertido en una pasarela de galerías de arte y tiendas de ropa de élite. Hice el itinerario, con un par de arriesgadas turistas que vinieron de Ecuador durante la pandemia.

Nos encontramos un barrio temeroso, con personas que atendían los negocios poniendo tablones en los escaparates. Incluso el gato de Botero en la entrada del Hotel Crosby, lo estaban tapando con una gran caja. ¿Taparlo de qué? pregunté al recepcionista rubio del Hotel. No sé sabe que va a suceder por las reacciones al resultado de las elecciones, me dijo. Nos sentamos en los bancos a los costados de la caja del Gato, contemplando un territorio que se cerraba ante nosotras. Ya sólo eso le faltaba a SoHo, de tierras comunales, a tierras cerradas, privatizadas y ocultas a los ojos de las paseantes.

«Curb your ego», Wikicommons.

El lado salvaje sigue siendo, para la memoria urbana, cuando sus habitantes eran personas comunes, luchando por su vida y precarias. Hoy es la muestra más salvaje del capitalismo y las elites de poder, sin embargo, para la sociedad SoHo, es sinónimo de glamour.

Fuentes

Créditos

Las imágenes se encuentran en Wikipedia y fotografías de Adrià Brossa.

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