Hace mucho tiempo en un seminario de divulgación científica, nos pusieron dos ejemplos de noticias, en el que teníamos que elegir cuál de las dos podría ser publicada por un medio de comunicación. Una era las similitudes de comportamiento entre simios humanos y chimpancés, con fotos profesionales y un escueto informe. La otra, sobre un estudio de radioactividad realizado en una fábrica y su repercusión en la salud de las trabajadoras.
Tras disertar en equipo qué noticia publicar, obviamente, era la del estudio de radioactividad aunque fuera una noticia antigua. No, dijo el profesor. La que publicarían los medios sería la de los monos. El criterio editorial, incluso para un medio científico, era la prima comercial. Un mono en la portada, vende. Las repercusiones de la radioactividad en la salud de trabajadoras y sus familias, no.
Investigación centrada en la vida de las trabajadoras
El libro «Las chicas del Radio» de Kate Moore, es una investigación periodística e histórica, sobre las consecuencias que sufrieron las mujeres que trabajaron en las fábricas que producían relojes luminosos, con plantas en Nueva Jersey, Illinois y Nueva York.
Antes de la primera guerra mundial, el Radio, se hizo famoso por los estudios de la pareja Curie. Tuvo un gran impacto en la sociedad y también, en el mundo empresarial. Se fundaron compañías que utilizaban el Radio para crear productos de lo más variopintos. Algunas de ellas, se centraron en producir relojes con manecillas y números que brillaban en la oscuridad. La demanda de estos productos, creció exponencialmente y se necesitaba cada vez más mano de obra en las fábricas.
En las fábricas, contrataban a jóvenes mujeres de entre 14 a 25 años y se les enseñaba la técnica para pintar aquellas esferas de los relojes. El trazo y lo caro de la pintura, las obligaba a ser meticulosas. El nivel de detalle debía ser precioso, sino, las echaban. La técnica que utilizaban para su pintado era «Moja, chupa, pinta». Todas en la jornada de trabajo, mojaban los pinceles en un pintura compuesta por radio, se lo metían en la boca para afinar la punta del pincel y pintaban las delgadas líneas en las esferas de los relojes. Con la información que tenemos hoy en día, resulta escalofriante pensar en la ingesta de Radio que se metían al cuerpo. No lo sabían ni fueron advertidas de los peligros para su salud. Pintada tras pintada, se iban convirtiéndose en luciérnagas con los días contados, o como las llamaron tras los juicios: las chicas fantasma.
Lo interesante que aporta el libro de Kate Moore es conocer la vida de esas mujeres y cómo fueron descubriendo poco a poco que su trabajo fue la causa de su enfermedad: envenenamiento por radio. Con un reconocimiento científico tardío y una industria con tantos intereses económicos, la mayoría de mujeres tuvieron que unirse para conseguir que se investigue y se indemnizará. No lo consiguieron, sólo unas pocas y no dio para pagar todos los gastos médicos que tuvieron. La mayoría de ellas, murieron, sin ser indemnizadas y sin hacerse justicia.
La escritora Kate Moore, casi 100 años después de que las primeras mujeres fueran a trabajar a esas fábricas, decidió emprender está investigación que contiene un enfoque sensible, para poder reconocer la lucha que se embarcaron estas mujeres, pese a no contar ya con fuerzas en sus cuerpos por los efectos de la radioactividad.
Créditos
Imágenes de Wikipedia y portada del libro.
Fuentes
- Artículo de El Diario sobre la investigación realizada por Kate Moore.
- Artículo sobre la historia y reseña del libro por Freedarmedia.
- Archivo con recortes de prensa y documentos del caso de las chicas de Ottawa.